Vistas de página en total

martes, 14 de junio de 2011

Un poema para Toledo

UN INSTANTE

Hallé la palabra escrita en el alma
inmerso  por  la silueta del Alcázar.
Sentado en el poyete de la historia,
el rumor del Tajo, las hojas muertas,
me abrieron el corazón en una tarde incierta.

No echaré a llorar Toledo en mi despedida,
que del silencio de sus piedras sólo
he recogido el eco de mis pasos turbios,
pero quede claro con estos versos
que abrazado un día al Valle
escuché de nuevo la palabra de mi vida.

Fuera por el azar atravieso, el destino
que no creo
        una brisa de alas blancas
despertó a mis ojos de la legaña terrosa
que cegó la fuente de mi cantar ebrio.

Dejo a Toledo,
            maqueta de dioses
  en una vieja colina,
agradecido por sus infinitos colores,
el sonido de una campana
el graznar de las ocas
un segundo me concedió en un atardecer quejumbroso,
instante libre, inmenso,
      tan sublime
que abarque en mi pecho el latido de todas mis penas
y dejé de llorar....

Hay en Toledo un rincón para mis palabras,
                                                      no más.
Fue novia, esposa, amante, en un momento.
                para qué más.
Cuando escriba mi testamento dejaré una coma toledana
en el renglón inquieto que ocupe toda mi vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario