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martes, 21 de junio de 2011

POEMAS TÓRRIDOS (I)

Arco de sangre que invita al desastre,
labios húmedos de palpitantes latidos
besan pétalos abrasivos de libido,
la lengua es pincel juguetón que
colorea con acuarelas de deseos
las paredes tiernas de una mujer en flor.

Fruta madura, de piel excitante,
los dedos hurgan hasta el corazón de la lujuria,
pepitas de oro refulgen en una boca ansiosa
de morder, chupar, besar labios abiertos
por el morboso roce de una nariz calígula.

La lengua se hunde con remolinos de pasión
en la cueva de los deseos dormidos.
Despiertan apasionados, irrumpen con algarabía,
al existir del mundo, el manjar de los cielos,
se escuchan gemidos cortos, vibrantes,
el alarido de la fiera satisfecha.

El volcán se estremece de la lava ardiente
que fluye, torrente, por el cauce del sexo,
lo nota en el paladar, en los labios, en los dientes,
río apasionado en la desembocadura de la boca,
una mar inquieta abre su nido, su tesoro
en ese río que no quema pero embravece.

Deja la lengua quieta.
    Es el momento de deleite.

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