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martes, 17 de abril de 2012

LA CANCIÓN OLVIDADA


Es la canción olvidada en una época donde
las letras no encuentran a las palabras,
es el grito dolorido de los hombres que a la lucha
van sin armas, banderas ni arengas de sangre y plata,
es el beso cálido de la madre al niño que en su seno
duerme con las estrellas muertas en la mirada,
es el estertor del anciano que a la noche ha esperado
para acompañarla al sepelio de su alma pisoteada...
no nos queda otra cosa que cantar

Pataxó ha-ha-hae, Pataxó ha-ha-hae.

Destripan las raíces a la madre selva ultrajada,
un bisturí psicópata mutila labios de caramelo,
nodrizas destilan de sus pechos leche cuajada,
el silencio de la bestia sólo es perturbado
por el cántico que la libertad fugitiva
compone en su huida por la tierra maltratada

Pataxó ha-ha-hae, Pataxó ha-ha-hae.

Desheredados cantan en el otero de la derrotada revolución,
el fuego que devora las entrañas de la Tierra quema sus pies descalzos,
no hay salvación, un ejército de ratas extermina el jardín del mañana,
el ocaso hunde sus garras en el fértil semillero de la aurora;
aunque de las cenizas late la rabia de un corazón que no se rinde

Pataxó ha-ha-hae, Pataxó ha-ha-hae.

Lágrimas rojas ensucian los trajes de los domingos,
el cielo abre las compuertas del basurero terrenal,
estalla una tormenta de almas en las calles desiertas,
el dolor de los niños con pechos de hambre
derriba puertas de blancas casas para sentarse a la cena;
estos guerreros que de tantas batallas perdidas
a las corazas decoran con llagas,


no tienen armas, banderas ni arengas de sangre y plata,
sólo esta canción, la canción que de una nueva era nos habla

Pataxó ha-ha-hae, Pataxó ha-ha-hae.


A los pataxó ha-ha-hae de la aldea Bahetá por su heroica lucha
en defensa de su tierra contra los caciques brasileños del Amazonas
(La escribí hace 14 años pero sigue siendo tan actual como ese día).



miércoles, 4 de abril de 2012

SUICIDIO EN GRECIA

He de descansar, amor mío,
en el lecho del olvido.
La sien me delata
la bala que necesito.

He de llorar, amor mío,
hurtado mi destino
tan simple, tan fácil
como el peor asesino.

He de irme, amor mío,
a la calle por instinto,
en mi mano la pistola
la ruina en mi bolsillo.

He de morir, amor mío,
no despiertes a mis hijos
queda la despensa vacía
pero nunca mi grito.