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sábado, 20 de julio de 2013

LA ESPAÑA QUE NO CESA


La España que no cesa,
tierra baldía por los muertos que nadie recuerda,
jauría de palabras enfrentadas, unas a otras,
pendientes de saldar cuentas con la historia,
que adeuda letras de oro a este rostro mutilado
de tantos golpes recibidos por su absurda gloria.

La España que no cesa,
de agua bendita, sus raídos mechones se peina,
fervor malsano que a sus entrañas devora,
una cruz, una sotana, una alforja repleta de fantasmas,
perdida en el laberinto de una eterna gusanera,
carne malherida sanada con ungüentos de bruja vieja.

La España que no cesa,
es un río de agrio gesto que desaira a sus afluentes,
cantos rodados lamen sus heridas a contracorriente,
bancos de peces que disputan al agua la suerte
de ser primero en conquistar a la mar rebelde,
nadie cede, nadie se detiene y construye un puente.



La España que no cesa,
guarda en el desván los sueños de su buena gente,
reluce, en la sala grande, trofeos decadentes,
hubo hombres que lucharon contra las desdichas de otros hombres,
esqueletos pisoteados por el estruendo del orden,
ganan siempre los mismos, siempre el mismo redoble.

La España que no cesa,
penumbra que a las almas inquieta,
temerosas de los grilletes que arrastran su pena
entre los ruidos de la noche, la noche de la verde Luna;
ella juega, traviesa, con las apasionadas calaveras
de aquellos que la cortejaron con un ramo de rojas letras.

La España que no cesa
duerme desnuda y sola, ninfómana amantis carnicera,
que llamarla patria, malsonante suena a las estrellas,
que llamarla nación, recelos invaden en cada acera,

que llamarla estado, surgen nuevos rumores de fratricida pelea,
que llamarla país, recia y henchida pide paso la bandera.

La España que no cesa,
reclama a gritos que alguien borre las fronteras,
que los mapas se destruyan, se abrasen, en la hoguera,
no quede más que caminos despejados de tantas aldeas,
sendas abiertas para la humanidad entera,
donde no haya más dueño de la tierra que la propia tierra.


La España que no cesa...

lunes, 18 de marzo de 2013

MERCADO HUMANO


I

Mercado de abastos,
abundancia cárnica.

Moros locos en la costa,
costilla de pateras,
vinagre y sal marina
sazonan lenguas muertas.

Carne negra, carne grasa,
roja sangre, a chorro,
huesos quebradizos,
montadientes coloniales.

Lomo caribeño maleable,
pechuga abierta, sexo entero
atravesado por nabos
 colmados de agua bendita.

Trasero indígena
asado a la lumbre,
entrañas de fuego
para perros hambrientos.

Sesos de poniente,
orejas de dragón,
que al vino se repite
con eructo de tiburones.

Lechoncitos, polluelos,
terneras, conejitos,
presas fáciles en
hincar el diente.

Queda la carne del este,
blanda, insípida,
que al guiso pobre sirve
si caldo se quiere.

Mercado de abastos,
abundancia cárnica.



II

Caníbal es el alma
del hombre
que no caza, pero mata.
Resguárdate de su mirada,
vigila a la camada,
algún día puedes ser
la pieza codiciada.

No hay lugar seguro,
el linde con la selva
se difumina siempre
en la mira de su
escopeta.

III

Pero
algún día las fieras
se rebelarán,
hombres con almas
de hombres,
gritarán:
¡Basta!
sobre la tumba
del cazador furtivo
que a la tierra
ha convertido
en una feria bastarda. 

viernes, 1 de febrero de 2013

CARTAS Y SOBRES


Escribí cartas, compañeros,
Con las manos manchadas
De dinero envenenado.

Escribí cartas, compañeros,
Pero vosotros, siempre,
Quisisteis sobres cerrados.

Escribí cartas, compañeros,
No dudéis de mi palabra,
Sí, de los bolsillos agujereados.

Escribí cartas, compañeros,
En los sobres sellos y mi marca
Ese fue vuestro pecado.

Escribí cartas, compañeros,
Y nunca nadie me dijo nada
Solo esperabais mi recado.

Escribí cartas, compañeros,
Vuestros nombres con estacas,
La avaricia, con vuestros encargos.

Escribí cartas, compañeros,
Como quien llama a la manada
Ahora os llega el último acto.



martes, 15 de enero de 2013

EL MIEDO ES LIBRE





El miedo es libre, dicen,
nunca fue esclavo de su temor,
poeta y vagabundo recorre desnudo
las avenidas umbrosas
de nuestras conciencias.
 
Es el sudor frío en las calientes venas
que encalla dentro del turbio estómago
acompañado por el bramido de las olas.
 
El miedo es libre, dicen,
libre para aplastar cuerpos descosidos
por la hambruna;
libre para golpear cuerpos vejados
entre gritos y tormentos:
libre para asustar cuerpos sanos
acuñados en monedas.
 
Libre canta el miedo
para la luna sorda
a los lamentos errantes en la noche.
 
Voz aterciopelada de sirena bastarda,
que al niño convierte larva la sábana blanca,
que al joven emborracha en las madrugadas,
que al hombre trafica con sus derrotas,
que al anciano entierra vivo en la fosa.
 
El miedo es libre, dicen,
libertad venenosa, cancerígena,
víbora terror de las almas,
devoradora de amapolas y mariposas,
queda cada persona indefensa
ante su miedo libre
de todos los pecados de la Humanidad.