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domingo, 24 de junio de 2012

INDIGENTE POLÍTICO


Nunca seré un indigente político.
Vestir ideas harapientas.
Comer ilusiones funestas.

No quiero pedir esperanza como limosna.
Ni dormir a la intemperie del desencanto.
Ni escuchar: a ese le conocí como ser humano
Y ahora es un pordiosero sin encanto.

Quiero vestirme por los pies con
El traje ciudadano que me
Dieron mis padres.
No con los harapos sumisos que me
Entregan entre banco y banco.

Dejadme que lo escriba diáfano:

Clamo por la política
Y no me avergüenzo.

Se come con la derecha
O con la izquierda,
Pero nunca con las dos manos
En la espalda, ni tampoco de canto.

Y no me digas que ni sientes
Ni la diestra, ni la siniestra
Que eres perro de hortelano.

Dejadme que lo diga claro:

Clamo por la política
Y no me avergüenzo.

Me da igual si es en la calle,
En la plaza pública, en las redes sociales
En el bar de siempre, en la mesa familiar,
En la oficina, en el autobús, en la puta esquina,
En el parlamento o en el ayuntamiento.

Si escupes a la cosa pública por despecho
Encontrarás mi mano para limpiar tu desprecio.

Sí, ciudadanos, aquí estoy jodido, pero de pie.
Enterrando cada día los callos de mi desengaño.
Diciendo a los que me quieran escuchar:


Pueden convertirme en un pobre de solemnidad,
Pero nunca en un indigente político. Nunca.