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jueves, 17 de noviembre de 2011

VEINTE GEMIDOS PROVERBIALES




I

Una mano invisible
ahuyenta el viento frígido
que agrieta las sábanas
del placer dormido.

II

Un beso supo a beso.
Un roce supo a roce.
Una caricia supo a caricia.
Un beso que se da con el roce de una caricia
ni es beso, ni es roce, ni es caricia,
es el silbo de un orgasmo a la vista.

III

Las vi sedientas desde la atalaya
catódica de mi salón,
sumergidas sus cabezas en una fuente
tórrida de deseo.
No pude más que soñar convertirme
en agua y saciar
aquella apasionada y loca  sed.

IV

Tuve de rodillas a una reina,
a una sirvienta, a una maestra,
a una joven, a una abuela encantadora.
Las tuve a todas
como si fueran sola una única boca.
V

Humillado
besé la fusta
cimbreada por el dolor.
Ella me arrastraba al tormento.
Ladridos de perro
se oyeron en las alcantarillas
del sexo sojuzgado.

VI

Un hombre satisface a dos mujeres
con dificultad y esmero.
Una mujer satisface a dos hombres
con naturalidad y decoro.
Dos hombres satisfacen a una mujer
con desafuero y alboroto.
Dos mujeres satisfacen a un hombre
con paciencia y cuidado.
¡Dame cualquier oportunidad
y os enseñaré esta gran verdad!.

VII

Mírala a los ojos
cuando sea tuya,
verás las cadenas
de tu lujuria en galeras.

VIII

Brincar de cama en cama
permite no cambiar nunca de sábanas.
Queda tu olor prensado en la almohada
como una fragancia fácil de olvidar.

IX

Rompí el espejo
de mi salvaje conquista
que imaginé
en dos minutos
de furia mano desabrida.

X

Han escrito mi nombre
ellas, con la leche
de mis cuencos.
Sólo dio para iniciales,
ellas dijeron entre risas.
Tan poca cosa
para tanta tinta.

XI

Rosa, azucena,
margarita, jacinta,
    hortensia,
temblad de placer,
el jardinero viene a
podar vuestros pétalos,
succionar vuestro polen,
regar vuestras semillas,
dejaros marchitas
con tanta dicha.

XII

Retumbó mi cuerpo
de tan tremendo estallido
que a ella la ahogué
con metralla de pasión.

XIII

Envidio a los bebés.
Lloran para hartarse de pezones.

XIV

Amé profundamente su ano
que de tanto amarlo
me olvidé de otros juegos
menos delirantes
pero más cotidianos.

XV

Tuve un sueño
y quedé rendido.
Tuve otro sueño
y quedé exhausto.
Al tercer sueño
abrí los ojos,
ya no daba abasto.

XVI

Debajo de la mesa
sentí su pie desnudo
levantar el mástil
del barco varado
en el puerto de mi mujer.
Sólo pude soplar las velas
y embestir a sotavento,
para evitar el oleaje de proa
y el viento receloso de barlovento.

XVII

La conquisté a traición
y quedó tan hechizada
que de polvos viles
he de colmar su imaginación.


XVIII

Ella cabalgó sobre mí
con tanta fuerza
para domar al potro salvaje,
que del establo sólo
salió un obediente palefrén.

XIX

Nací con cinco vibradores
en cada mano,
que la Naturaleza se olvidó
de dotarme suficiente para el sexo
de lo otro más sano.

XX

He querido ser helado,
plátano, guinda y
espárrago.
Alimento para tu boca,
vicio para tu lengua,
juguete para tus labios.


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