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viernes, 25 de noviembre de 2011

JINETES PARA UN NUEVO MILENIO


Cabalgan sobre niños hambrientos,
potros que nunca alcanzarán el primer bocado,
espuelas castigan vientres henchidos
de terror, tristeza y un inmenso vacío.

Quijadas doloridas por bridas desaforadas,
diestras manos para un galope infernal,
nunca jinetes tuvieron tan caballada desvalida.
   
   UNA VERDADERA CANALLADA.

Polvareda en el horizonte, lejos,
en esa línea de penumbra
donde la conciencia es funámbula,
el tropel desaparece. SILENCIO.

La Tierra gira, elíptica,
epiléptica, magullada por
pezuñas ulcerosas.
Estribos golpean las ancas del corazón.

Alfalfa para tusones de mirada huidiza.
Los caballeros cantan, beben y fornican.

EL ESPECTADOR COME PALOMITA DE MAÍZ.

Ocaso hermoso, crines lacios, hocicos que olfatean
efluvios de una planicie de colores opacos.
Descansan todos, paz ANRETE.

Alba que desvela a las heridas abiertas,
gritos, órdenes, relinchos atemorizados,
una nueva jornada, un astro que despunta.

Mascullan baladas de hombres solitarios
los jinetes en sus cabalgaduras,
la fusta encharca dominios de dolor,
sal para cicatrizar la sangre negra.


Atraviesan pueblos. La multitud pasea
en las calles ajena a ese jinetear de trote cansino,
con cabriolas, cambiadas y caracoleos.
Ca, CACOFONÍA. Ca, ca.
Verdadera caca de demostración equina.

La doma es aburrida, tediosa, mustia,
los potros no son bravos, ni resistentes para alomar,
domesticados, se les monta en paseos crepusculares.

Silla bastarda es la montura que los adorna,
cuero pútrido, los correajes que los cubre;
guarniciones heredadas de jamelgos y pencos,
devorados por la marabunta multimedia.

Nunca habrá premio para estos potrillos,
siempre niños eternos, desposeídos
de dientes de leche para mudar.

CASTIGO DIVINO.

Cabalgan sobre niños hambrientos,
potros que nunca alcanzarán el primer bocado,
espuelas castigan vientres henchidos
de terror, tristeza y un inmenso vacío.

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