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sábado, 3 de septiembre de 2011

NO TENGO LETRINA Y SIGO CAGANDO

No tengo letrina y no estoy solo. Otras 2.600 millones de personas más tampoco tienen un maldito aseo para cagar a gusto. Ni papel higiénico. Ni periódico o una revista para leer sentado en un váter o en cuclillas. Nada… en un puto rincón, detrás de un muro de piedra, junto a un árbol masacrado de mierda, junto a un lodazal, a la sombra de una chabola, en el hedor de la miseria y la pobreza, sin pudor, con los calzones bajados, con las bragas bajadas, o sin calzones o bragas, se caga como se puede, se limpia uno el culo como puede y sigue para adelante, porque el cagar no te da licencia para vagabundear tu mente por otro mundo donde hay letrinas, un váter decente, un lavabo con un grifo del que sale agua potable, un papel higiénico de doble rollo suave para los pelos de la posadera, encerrado en una soledad decente… joder, este menda y otros 2.600 millones de tíos y tías cagan y hacen una montaña de heces. La cima de sus vidas… y uno no se preocupa de su ano escocido, o que el chorizo tenga ese color o no, que huela a podrido o a sana mierda, se caga y punto, que ya es bastante para un pobre soltar algo suyo por cojones, porque si se lo queda se le sale por la boca o por las orejas y eso es peor. Cagamos en silencio y no nos quejamos de que la cisterna funcione mal, que la mujer entre sin preguntar, que no haya papel para limpiarse el culo cuando uno ya ha terminado o que te vayas con el móvil y te llamen del trabajo cuando ya tienes la mirada estreñida. No, aquí se caga rápido y sigue uno muriéndose de asco ¿para qué lavarse las manos? No hay jabón suficiente en este puerco mundo para lavar nuestras conciencias. Ni tantas letrinas como pensamos los putos ricos de este planeta.

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