Vistas de página en total

miércoles, 14 de septiembre de 2011

A MI ABUELO

Tu recuerdo nace de un cuento,
crece en un poema,
madura en un libro,
muere conmigo.

He bebido de tus palabras,
sediento estaba de respuestas,
cada letra, cada frase, cada idea, cada acto
de tu mundo, de tu rabia, de tu justicia,
desprende, como una polvareda de estrellas,
el rumor melancólico de los muertos
que sustentan el árbol de mi mortal espera.

En el lugar más fértil del corazón
he dado reposo a tu semilla;
germinará pronto, con las lluvias
que la existencia propaga
al calor de una pasión, de una risa,
de un llanto, de un gemido,
de un amor, de la muerte misma.

Morirás de nuevo cuando mis ojos
se despidan de la luz que
ha alumbrado este dubitativo transitar;
morirás de nuevo, como tantos otros
que en los jardines de Adonis
de mi pecho han pervivido del olvido eterno.

No habrá llantos, ni viejas plañideras,
tu voz impresa en caducas fotocopias,
mi voz, savia para una nueva flor,
serán las escaleras del recuerdo
donde subiremos, juntos ahora,
acompañados de tantos otros,
para fortalecer, con nuestras voces apagadas,
el latido de otra alma que empieza a andar.

Sombras seremos, no cuartos oscuros,
eslabones de una cadena que circula en nuestra sangre,
tú vives en mí, yo vivo por tí,
nosotros viviremos para alguien.

La cadena algún día se romperá,
pero hasta que ese manantial desaparezca
necesito conocerte, abrazarnos con nuestros sueños,
anhelos y deseos, sentarnos a la lumbre de la aurora,
contarnos verdades y mentiras, la vida misma,
que a un padre quiero, a un abuelo, recuerdo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario