El miedo es libre, dicen,
nunca fue esclavo de su
temor,
poeta y vagabundo recorre
desnudo
las avenidas umbrosas
de nuestras conciencias.
Es el sudor frío en las
calientes venas
que encalla dentro del
turbio estómago
acompañado por el bramido de
las olas.
El miedo es libre, dicen,
libre para aplastar cuerpos
descosidos
por la hambruna;
libre para golpear cuerpos
vejados
entre gritos y tormentos:
libre para asustar cuerpos
sanos
acuñados en monedas.
Libre canta el miedo
para la luna sorda
a los lamentos errantes en
la noche.
Voz aterciopelada de sirena
bastarda,
que al niño convierte larva
la sábana blanca,
que al joven emborracha en
las madrugadas,
que al hombre trafica con
sus derrotas,
que al anciano entierra vivo
en la fosa.
El miedo es libre, dicen,
libertad venenosa, cancerígena,
víbora terror de las almas,
devoradora de amapolas y
mariposas,
queda cada persona indefensa
ante su miedo libre
de todos los pecados de la
Humanidad.
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